Crisis de los 20

Me transforme, y perdí entonces todo aquello que una vez me había hecho un niño inocente. El gusto por los juguetes y la navidad; el incesante deseo de correr por la plaza, incluso mi mochila del Power Ranger Rojo, habían dejado de tener utilidad para mí. Fue como sí de un día para el otro cambiara mi vida; como si las cosas del planeta dejaran de tener ese algo místico que una vez me atraía. Todo color se volvió opaco y mate. Incluso la brillante luz del sol parecía simplemente haber sido bloqueada por un filtro que me protegía de su intensidad, cual lentes de sol o neblina que cubren levemente la visión. A pesar de que cumplí los 20 hace una semana, aun me siento un inconsciente niño que no sabe como lidiar con lo que la adultez conlleva.  

El incesante vaivén en la grisácea estación me encuentra sentado a la espera de una señal; una razón o una simple pero concreta directriz que direccione lo que tengo que hacer.

Discúlpeme señor -  exclama un niño tironeándome del saco. Me volteo para observar una pequeña figura, sus dorados cabellos ondean con la brisa del invierno mas frio que la mismísima muerte. Sin embargo solo un abrigo cubre al diminuto ser que tirita junto a mí - Estoy perdido, ¿Podría usted ayudarme?

El pedido sorprende mi inquieta alma, ante un pedido tan simple y tan complejo a la vez. ¿Qué se hace ante esta situación? ¿Qué se le dice a un niño como un adulto? ¿Soy un adulto o acaso un mero impostor que por su contextura se ve como uno? Las respuestas ante estos misterios son imprecisas e inexactas, dada su subjetividad. Sin embargo, la necesidad del pequeño exceden mis necesidades por soluciones concretas por primera vez en mí vida. 

¿Qué necesitas de mí? - afirmo tras agacharme para que este pueda observarme a los ojos.

Necesito irme - responde el pequeño señalando la llegada del tren - Pero tengo miedo.

Recuerdo con anhelo el pasado y la herencia del mismo miedo que veo en los ojos del niño. Pienso en como he afrontado todos esos momentos, esas dudas al escalar el alto pino del colegio o al afrontar el examen de literatura que se veía lleno de desafíos. A pesar de ello, ante muchas situaciones, logre superar mis limites yendo mas allá de lo establecido, mas allá de lo esperado, mas allá de lo que en el pasado me parecía imposible.

Coloque suavemente mi mano sobre los dorados cabellos del pequeño frente a mí, y acaricie suavemente su cabeza.

Todo estará bien - exclame con una enorme sonrisa - Las posibilidades son infinitas, pero tu decides cual será la tuya.

El niño detuvo sus incesantes temblores, y el calor del sol que surgía de entre las nubes produjo una suba en la temperatura. Sentí como la energía fluía en mi cuerpo y como el mundo ya no se sentía tan pesado. El pequeño se comenzaba a ver mas protegido y cubierto por ropajes que surgían del aire. El tren se detuvo frente a nosotros, abriendo sus metálicas puertas, que en mi humilde opinión se verían beneficiadas por un poco de WD40.

Muchas gracias - replico el niño dando unos agigantados pasos hacia el tren, entrando en este confiado y dándose luego la media vuelta para saludarme con su mano, mostrándome esas marcas que tan conocidas me eran.  

El vehículo se esfumaría en el aire y yo comprobaría que aun me faltaban 5 minutos para el próximo tren, el que me llevaría a mi nuevo destino.

R.A.MONSERRAT

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