Reminiscencia de un primer cuento titulado: "La gran aventura"

Muchos hombres partían al mar, y Joaquín no quería ser menos, quería viajar a Nueva York y conocer la Estatua de la Libertad. Él vivía en una fuente en la Plaza de Mayo, donde distintas aves y criaturas se reunían a disfrutar el sol. 

Joaquín podría haber cumplido su sueño hace tiempo, si no fuera por un pequeño detalle, él es un hombre de papel y, como ya sabemos, el papel se deshace muy fácilmente al contacto con el agua. Sin embargo, él estaba determinado, sabía que alcanzaría su meta. Todo el mundo le decía que él no lo lograría, pero jamás se rindió. Siguió estudiando sobre barcos, hasta que por fin logró construir un barco de papel, en el cual navegaría hasta llegar a Estados Unidos.

Colocó el barco en la costa, lo ató a un poste y alistó todo para salir a la mañana siguiente. Al despertarse se puso muy contento, desayunó y preparó comida para el viaje. Luego se encaminó al puerto. Pero cuando llegó, vio que la soga no estaba amarrada al poste y que su bote navegaba a la deriva en el mar.

Joaquín se desesperó, no sabía qué hacer, si llorar por no haber salido la noche anterior, si enojarse por no asegurarse de que el nudo fuera lo suficientemente fuerte o si deprimirse porque no iba a poder realizar su viaje. Mientras el hombre de papel observaba cómo su barco se adentraba más y más en el mar, alguien le preguntó:

"¿Necesitás ayuda? ¿Qué te pasó?"

Joaquín giró y vio que una mujer lo miraba.

Mi barco se... se habrá desatado, no lo sé, pero ahora está a la deriva en el mar. ¿Lo ves? es aquel que está ahí. - respondió este entre llantos.

Oh, ya veo... y como eres un hombre de papel no puedes traerlo de nuevo nadando. - supuso la mujer.

Joaquín no respondió, sólo asintió y agachó la cabeza. Unos segundos después, se escuchó un sonido como de una roca cayendo en el agua. Al levantar la cabeza rápidamente, noto que la mujer había desaparecido y el agua aún se agitaba. Entonces la vio, ella estaba empujando el barco hacia la orilla. Él no sabía cómo era posible, ni tampoco cómo agradecérselo.

Soy una mujer pez - dijo la extraña al acercar el barco a la orilla.

Gracias - respondió Joaquín, que seguía asombrado.

María es mi nombre - le informó la mujer.

María, que bonito nombre. El mío es Joaquín. - respondió él.

Era momento de partir. Joaquín se propuso poner todo en el barco, estaba alistando las velas cuando...

Joaquín, esperá ¿Puedo ir contigo? - gritó María

Él aceptó y así junto a María partieron rumbo a Nueva York. En su viaje atravesaron grandes olas, que hacían que el barco oscilara. Un barco más grande se acercó a ellos, no vieron al capitán de dicho barco. Lo más extraño era que el timón se movía solo y se dirigía hacia el puerto como si alguien lo manejara.

Después de diez días en el barco, divisaron la Estatua de la Libertad. Joaquín estaba como un chico con juguete nuevo, estaba listo para pisar Estados Unidos por primera vez. Sin embargo, la ciudad se sentía algo familiar.

Será por haber leído tanto de ella en libros - pensó Joaquín.

Joaquín comenzó a buscar el Empire State y otros lugares famosos de Nueva York. Pero no encontraba nada, sólo veía mucho verde cerca de la costa.

Seguramente es el Central Park, pero los árboles no son como los de la foto. Bueno, probablemente el libro era muy viejo - pensó.

Mientras seguía pensando, María se acercó a él.

Vayamos a recorrer - dijo ella.

A pesar de no poder ver los principales lugares turísticos de Nueva York, Joaquín pasó un gran día con María y lo disfrutaron viendo fuegos artificiales durante toda la noche. Pero finalmente el momento de regresar a casa llegó.

Terminó nuestra recorrida y este sería un buen momento para separarnos - dijo María, abrazando al hombre de papel. Luego comenzó a caminar, pero fue detenida.

Todavía podemos volver juntos - respondió Joaquín esperanzado, tomando suavemente su mano.

De acuerdo, volvamos juntos - dijo María dandose la vuelta y volviendo junto a el. 

Caminaron juntos hacia el barco y al subirse, comenzaron su camino de regreso a Buenos Aires. Un día, mientras Joaquín y María viajaban de regreso, llegaron a una isla. La isla estaba desierta y la textura de suelo era muy dura.

Tengo sed - dijo María.

Podemos sacar el agua del mar - propuso Joaquín. - Podés tomarla ya que sos un pez y no te va a hacer efecto.

María tomó un balde que había en el barco y lo llenó de agua. Bebió un trago y notó algo extraño.

Esta agua sabe muy dulce - dijo María.

Será una corriente que trajo agua dulce a la costa - dijo Joaquín.

Partieron de la isla y retomaron el rumbo. Nuevamente el hombre de papel zarpaba, sólo que esta vez era para regresar a casa. Tras diez largos días de navegación, Joaquín y María llegaron a su hogar. Entonces,

Joaquín contó a todos su gran aventura con María.

Una paloma que se había posado en la rama de un árbol le comentó a su amigo, el hornero:

Es algo curioso ¿no te parece? - dijo la paloma.

¿Qué? - respondió el hornero.

Que Joaquín crea que llegó a Nueva York, cuando sólo cruzó la fuente - contestó la paloma.

Bueno - dijo el hornero - mejor lo dejamos así, de este modo Joaquín seguirá teniendo una gran historia que contar y podrá, al menos, sentir que cumplió su sueño de navegar.

Ey querido lector, ¿guardarías el secreto de Joaquín?


R.A.MONSERRAT

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