El testigo

Jack era un personaje bastante extraño, algo cabezón y escuálido para ser un granjero. Sin embargo, nunca se lo veía triste, o eso parecía al siempre estar sonriendo durante el trabajo. Generando, en todos los trabajadores, una sensación de alivio.

No habia día en el que Jack no trabajase, a pesar de lluvia y tormenta, se mantenía constante y fiel a su puesto de trabajo. Y con su brillante mirada, observaba un rosal durante la neblina matutina.

Un buen día, Jack observo como los pájaros trataban de posarse sobre el rosal. Inocentemente, los pájaros se posaron sobre este pinchándose las patas.

Ayayay - exclamaron los pájaros echando a volar, e intentando quitarse las espinas con el pico.

Canten y no lloren - replico el rosal verdaderamente molesto - Arruinan mi cuerpo, sin ningún reparo viles criaturas.

Lamentamos lo ocurrido, pero no pudimos ver tus espinas. Ya que estaban ocultas tras tus hojas - se excusaron las aves pasándose sobre un cable cercano.

Eso será juzgado por las hadas - afirmo el rosal señalándolas mientras estas se acercaban al lugar.

Jack observo como estos tres seres, debatían sobre el acontecimiento reciente. Por su parte, Jack dudaba de la culpabilidad de ambas partes. Los pájaros no podían prever, el daño que les causarían las espinas al rosal. Y el rosal no podría prever que sus espinas, se esconderían de las miradas inocentes de unos pequeños tortolitos.

Es un claro caso confuso - afirmaron las hadas - para nuestra suerte tenemos un testigo.

El grupo observa al sonriente Jack, el cual se mantiene estático en su posición. Su camisa ondea por una ventisca fresca del inicio de invierno. Y sus brillantes ojos huecos, indican su propia indecisión en el caso.

Esta claro, que esta de mi lado - afirma el rosal.

No, esta con nosotros - replicaron las aves furiosas.

Ante el caos externo el recién levantado granjero. Toma su escopeta y dispara a través de su ventana, el macho cae al suelo y unos segundos después, caería la hembra.

El rosal se alzaba victorioso, mientras el dueño de la finca salía en busca de los cadáveres. En su camino tropezaría con Jack, y lo tumbaría al suelo, dejándolo sin cabeza. Esta termino junto al rosal, el jardinero se acercó lentamente y recogió la calabaza, colocándola nuevamente sobre el cuerpo del espantapájaros.

Nuevamente el testigo se alzaba a la espera de observar, nuevos conflictos que acontecieran en la finca de Ramos.

R.A.MONSERRAT

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