4 to manuscrito (Incompleto)

 

La taza blanca se encontraba manchada con los granos de café, habían escapado del filtro de la cafetera. Las marcas resaltaban contra la blanca porcelana, apoyada sobre una pila enorme de papeles tachados, arrugados y manchados. El brebaje finalizado previamente, se encontraba junto a la máquina de escribir con una hoja vacía y un escritor que se sujetaba su cabeza con su mano izquierda. La mirada del mismo se encontraba observando la madera bellamente pulida y barnizada del escritorio, y su mano derecha se colocaba sobre una pila ordenada de papeles prolijos. Junto a esta, otras tres; las cuales tenían pequeños papeles pegados en la hoja superior, numerándolos del 1 al 3. El escritor levanto su mirada, ahogada por el blanco mental que lo atormentaba, observando la hora.

“11:45” pensó Leonel Datillo, escritor experimentado en la redacción de novelas policiales, que batallaba por terminar la conclusión de su saga basada en el detective Tony Vega. Sin embargo, a pesar de haber puesto a su personaje principal frente a los misterios más complejos, las situaciones más peligrosas y los villanos más intricados, el retirar a Tony del mercado probaba ser el verdadero obstáculo insuperable.

El inicio del proceso creativo siempre era simple, sentarse y volcar palabras en el papel nunca habían complicado la escritura de Leonel, pero tras escribir tres bestsellers la inspiración y las posibilidades parecen desvanecerse en el aire. La habitación parecía llenarse de humo y comenzaba a sentirse como si el mundo hubiese aumentado su gravedad.

Leonel se paró para abandonar su casa y buscar algo de inspiración por fuera de su mundo interno. Tras cerrar la puerta de entrada es cegado por el fuerte sol del mediodía. El escritor camino hacia un banco en el parque, se sentó a observar como pasaban los niños en bicicleta y como su respiración volvía a la normalidad, generando en su interior una liberación. Un suspiro cargado de oxígeno y energía natural le permitían nuevamente sentirse tranquilo.

También disfruto de estos momentos, si le soy sincero – exclamo una voz extrañamente familiar que se sentó junto a Leonel. Su enorme saco caqui cubrió gran parte de la banca de madera, acomodando al detective junto a su autor. El recién llegado abrió un diario y coloco su pierna derecha sobre la izquierda.

El escritor observo el gorro negro tan característico como lo era en sus descripciones; los detalles del traje con camisa blanca y esa peculiar corbata carmesí con rayas negras diagonales; sus distinguidas gafas y sus pantalones marrón oscuro, era como si el hombre intentase mimetizarse con el ambiente.

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